30 de agosto de 2010

TODO EL DINERO QUE GASTO Y GANO ME DA ALEGRIA


La alegría es importante para aumentar tu prosperidad. Aprende a gastar dinero, aunque sea poco, en cosas que te alegran. Cuando dispongas de sumas superiores, sabrás gas­tarlas también con alegría. Quieres que el dinero te haga sentirte alegre y feliz. Si no sabes cómo gastar unas cuantas pesetas de modo que contribuya a tu felicidad, te será difícil aumentarla gastando cientos de miles. Empieza a permitir ya que el dinero te dé alegría y, en la medida en que tengas más, te sentirás más y más alegre.
Piensa en una pequeña cantidad de dinero que podrías gastar ahora mismo de manera distinta a las habituales. Sólo a modo de diversión, piensa en al menos cinco cosas en las que podrías invertir este dinero, cosas que te darían alegría. Pueden ser tan extravagantes y poco prácticas como tú quieras. Sé inventivo. Una persona pensó en comprar muchas velas peque­ñas y colocarlas por toda su casa, encendiéndolas para una meditación especial. Otra pensó en colocar billetes pequeños en los limpiaparabrisas de coches viejos, diciendo a sus dueños cuánto les apreciaba. Elige una de tus ideas alegres y gasta dinero en ella a lo largo de la semana.
Si gastas dinero sin amor ni alegría, por obligación y con resentimiento, preocupación o la sensación de que lo que compras es muy caro para ti, te mantendrás fuera del flujo monetario. Observa tu modo de gastar dinero y anota cómo te sientes cuando lo haces. Anota cuándo sientes alegría y cuándo no. ¿Hay algo en lo que inviertas dinero ahora por obligación y sin alegría? No te critiques si descubres que así es; simplemente céntrate en tus gastos alegres. En la medida en que gastes cada vez más dinero en cosas que te alegran, serán menos las ocasiones en las que lo gastarás por obligación.
Lo que compras envía un mensaje a tu inconsciente, diciéndole lo que crees que te mereces tener. Compra aquello que realmente deseas. Compra un vestido caro que te haga sentirte muy bien, antes que varios más baratos que, en reali­dad, no te gusten. Esto dirá a tu inconsciente que puedes tener lo que deseas, y éste saldrá inmediatamente en busca de más. En vez de pensar en cuánto dinero puedes ahorrar comprando algo que te es indiferente, compra aquello que te proporcionará muchos momentos de placer para el cuerpo, la mente y las emociones. Naturalmente, si puedes comprar algo más barato que te gusta igual, hazlo ‑ no es el precio lo importante sino tu agrado con los objetos comprados.
Después de adquirir algo importante para ti, disfrútalo. Juega con ello como un niño que acaba de recibir el regalo especial que había estado esperando. Aprecia lo que tienes; familiarízate con ello; armoniza con ello; aprende más de él. Hazlo durante un día, una semana o un mes, hasta que hayas establecido una relación completa con ello y le hayas deposita­do tu energía. La armonización de tu energía con las cosas nuevas, completa tu relación con lo que compras y te ayuda a sentirte más satisfecho con ello.

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